La escuela de La Cocina surge de la ilusión y de las ganas de seguir creciendo, de la vocación, la responsabilidad y el respeto a nuestro oficio y a las personas.

Entendemos la Gestalt más allá de una corriente psicológica, la entendemos como una manera de vivir con respeto, con conocimiento y con salud, trascendiendo lo personal y abarcando nuestro entorno con las personas que nos rodean. Así, el autoconocimiento, desde el respeto y la libertad, crea relaciones y sinergias saludables, una aceptación de la propia responsabilidad hacia la comunidad y un beneficio mutuo.

Nos mueve generar un espacio inclusivo, comprometido con el desarrollo y el crecimiento, y hacerlo de una manera transparente y cercana para las personas que buscan generar cambios en su vida. Queremos que nuestra escuela se sustente en valores que promuevan la equidad, tanto entre hombres y mujeres como a nivel social, económico y cultural. Así, ponemos especial atención a la perspectiva de género, una mirada que cuestiona estereotipos, introyectos y prenociones adquiridas en pro del desarrollo libre y completo de las personas.<

Además, priorizamos y favorecemos la actitud terapéutica de quienes se forman desde su humanidad, que el Maestro que nos guíe sea el corazón. Y lo promovemos con arraigo, donde lo espiritual tiene su ancla en la tierra.

El programa de formación  Gestalt de Barcelona incluye las indicaciones de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG). Las personas que componen el equipo están acreditadas como didactas, supervisoras o titulares por la AETG y son personas en las que confiamos y con las que compartimos una misma mirada inclusiva, comprometida y generosa.

La formación en Terapia Gestalt sigue una metodología experiencial, de trabajo vivencial, tanto a nivel personal como de grupo. El grupo es una herramienta de crecimiento al convertirse en un laboratorio de exploración de nuestra relación con el mundo. Dentro de la formación, creamos un espacio de calidad, de respeto donde poder explorar cómo nos relacionamos con nosotras mismas y con nuestro entorno social y afectivo; donde nos podemos ver reflejadas, confrontadas y acompañadas con otras personas, desde nuestras emociones, pensamientos y comportamientos que se generan en la relación. Por lo tanto, la escuela, más allá de un proceso formativo en el que se dan herramientas teóricas y metodológicas nuevas, también es un espacio donde el proceso grupal y la experiencia se convierten en un factor esencial para la propia transformación.

La formación se divide en tres etapas de aproximadamente un año cada una, (un total de 610 horas repartidas en tres cursos). Se trata de un entrenamiento dedicado a la realización del trabajo personal desde el enfoque gestáltico, el manejo de la teoría gestáltica, comprensión vivencial e integración de la teoría.